El cambio al horario de invierno supone de facto la cuenta atrás para la Navidad. Los días se hacen más cortos, llega el frío, los pijamas largos, la manta gorda… Poco a poco irán entrando en acción las luces de colores, los árboles de Navidad, los villancicos, los gorritos de Papá Noel… Y la campaña electoral. No sé cómo podremos compaginar en diciembre elecciones y fiestas, pero no cabe duda de que el experimento no va a dejar a nadie indiferente. Por suerte aún nos quedan dos meses para ir haciéndonos la idea. Pero cuidado, no se despisten, que los días pasan volando.
Ah, y acuérdense de cambiar la hora.