A puntito de comenzar el Día de la Hispanidad, permítanme esta noche del comentario de un excelente colega que me hizo ayer sobre el viaje hacia Ítaca de Cataluña. Me decía que quizás deberíamos preguntarnos menos hacia dónde va Cataluña y fijarnos mejor en el rumbo de España. No le falta razón. El desafío soberanista catalán no es más que una de las muchas brechas que tiene abierto el Estado y por las que no para de salir sangre que, preocupantemente, no está siendo repuesta.
El 12 de octubre no podemos poner el foco de atención en el desfile militar del Paseo del Prado o en las ausencias (intencionadas o no) de determinados políticos a los actos de la Fiesta Nacional. En absoluto. El 12 de octubre es un día idóneo para pararnos a pensar qué queremos ser y hacer como país. Y hasta ahora nadie parece haber dado con la respuesta adecuada. Lo más probable es que las incógnitas no se despejen hasta enero del próximo año, una vez se haya conformado el Parlamento e investido al nuevo presidente del Gobierno; pero, para mayor mal, quizás las consecuencias de eso enroquen aún más la situación y el camino hacia Ítaca nacional siga siendo muy peligroso. Hemiciclos explosivos, un Ejecutivo sin apoyo sólido, nuevas crisis territoriales… Veremos que ocurre. De momento, Feliz Día de la Hispanidad.
